Jun 23, 2005

Reflexión planteada como algo alguna vez pensado

Las empresas forman parte de la sociedad. Se manifiestan, existen y se dan gracias a las sociedades. Primero hubo sociedades, después empresas (un punto de vista desde el concepto que de empresa tenemos en nuestros días). Las empresas dependen de las sociedades. Son las sociedades quienes otorgan validez –legitimidad- a las empresas. Sin una sociedad a la cual dirigirse para ofrecer productos o servicios no existe una empresa. En ocasiones, creo, las empresas olvidan esta máxima de vital importancia.
En la actualidad las empresas han llegado a ocupar un lugar tan preponderante en nuestras sociedades contemporáneas que éstas, incluso, parecerían imprescindibles. Recurrentemente se olvida que una empresa es un tipo de organización social. Las empresas son un subconjunto del conjunto universo “sociedad”. Las empresas no son un conjunto que exista, que suceda, que acontezca u opere independientemente al de sociedad. Al pretender hacer esto se sitúa a la empresa como un ente que incluso existiese en otro orbital. Cuando no es así. La empresa gira a la par de la sociedad (no digo “debe” porque no pretendo establecer ningún juicio normativo). Por lo que siendo la empresa parte del conjunto universo sociedad, la empresa debería (aquí digo “debería” dado el razonamiento lógico propuesto) actuar acorde al conjunto al que pertenece. Creo, entonces, que empresa y sociedad no deberían ser estudiados como dos conjuntos disímiles.
El que una empresa responda cordialmente (o como se esperaría) a la sociedad no es que ésta le esté haciendo un favor a la última. El compromiso que una empresa tiene hacia la sociedad es un compromiso tácito. La sociedad no pende de una empresa –o de varias- para existir o detener su funcionamiento. Son las empresas quienes penden de un delgado hilo vital: subsisten y sobreviven gracias a la sociedad.

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